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martes, 5 de agosto de 2014

XI-In memoriam



Era uno de esos seres confundido entre el amor y la verdad, igual que el Quijote. Los días que estaba sobrio y juicioso hacía las tareas más fáciles. Lo más común era encontrarlo perdido en alguna galaxia de la imaginación y en ese momento el cosmos, luego de en un ritual oscuro y voluptuoso, lo proclama Protector del Mundo y Juez de los Bandidos (aunque nunca aceptó el cargo formalmente). La mayoría lo describe como un ser frustrado y feliz. Su vida transcurría en un tiempo simétrico, lento, palpable. Jugaba y se divertía quitando el polvillo de los libros que tanto amaba. 

A veces, según los datos testificados por su sombra, miles de voces le hablaban en varios idiomas y no le dejaban dormir. Ante tal impotencia se ponía a llorar. Sobre todo era un niño, un niño de edad adulta. Soñaba el pasado y conocía el futuro, pues era también un profeta. Un profeta que ocultó su mensaje, de vez en cuando viajaba al desierto, pero vivía en las ciudades. Era amigo personal de Dios y a la vez; primer consejero del Demonio. 



Nunca murió, -es un Melquisedec actualizado- por cierto, justo ahora estoy frente a él…


JF

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