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jueves, 12 de junio de 2014

Lenguaje universal -ensayo-





Hoy, les quiero hablar de un lenguaje que es más superior a todo lo que la raza ha inventado. No usa palabras y en pequeñas porciones de tiempo nos puede transmitir infinitud de informaciones. Es un lenguaje conocido desde el origen de los tiempos, mucho antes que existiera la historia y aunque desconocemos su origen vemos que siempre ha estado adherido a nuestra mater natura (madre naturaleza) oculto en lo más profundo de nuestras almas. 

Me refiero a la música, esa que nos hace cantar, bailar, vibrar de emociones y alegrías. Los músicos la definen como la combinación de sonidos en el tiempo. Yo la defino como el antídoto de la felicidad, creo que no hay una definición más justa. No existe algo más placentero que escuchar las canciones preferidas, justo cuando sentimos que el mundo se nos viene encima o estamos tristes. 

Hay personas a las que les sucede un “medio arrebato” cuando de repente escuchan una canción que en otros tiempos  le gustaba y por alguna circunstancia había olvidado. El “medio arrebato” es acompañado por un gran número de recuerdos y emociones buenas o malas.

Para profundizar más, debemos hacer un largo viaje a  la antigüedad, donde se enseñaba que la música había sido un invento de las musas con el objetivo de deleitar a los dioses en las actividades festivas del Olimpo. Según la mitología griega, las musas eran diosas muy bellas, inteligentes e ingeniosas, y también protectoras de las artes. Apolo las dirigía. Cuando estas querían visitaban a los humanos para enseñarle secretos “celestiales” o inspirarle grandes obras de arte, sobretodo en la poesía, donde los poetas escribían y cantaban sus versos bajo el mágico hechizo de las musas. 

Desde épocas primitivas la música ha sido sinónimo de diversión, goce y disfrute. Por ejemplo, aún en la actualidad, en algunos pueblos de África, todos se reúnen alrededor del fuego para cantar y tocar hasta el agotamiento -algunos son rituales litúrgicos basados en sus creencias religiosas.

Una de las riquezas materiales más importante del mundo son los innumerables instrumentos musicales que hemos conservado de antaño o los que han inventado recientemente, como es el caso de los muy útiles instrumentos eléctricos.  

Los tiempos han cambiado, ha cambiado el hombre, la naturaleza, la calidad del aire, etc., pero no ha cambiado nuestra inclinación a renacer en las sábanas oscuras de la música. Si nos vamos a los parámetros del académico ortodoxo obligatoriamente hay que decir: Buena música o mala música… Entonces aparece la pregunta: ¿Cuál es la buena música? Llueven las teorías de infinitas convicciones. 

Para mí la buena música es aquella que me divierte, o me hace llorar, o me pone más receptivo, o me sincroniza el organicismo para brincar (todo dependerá de la circunstancias y el estado de ánimo).

Como enseña la tercera ley de Newton: “cada acción produce una reacción”. Por lo tanto imaginemos por un momento una fiesta de cumpleaños en la que la música festiva sea Las Cuatro Estaciones de Vivaldi o un funeral con las habaneras de Georges Bizet, es un absurdo. La buena música dependerá de los contextos sociales y culturales con la que cada persona ha sido formada. Pero, me tomo la osadía de afirmar que la mala música es aquella que no tiene ninguna conexión con el alma o que no enriquece nuestra experiencia de estar vivo. 

La denominada “música clásica” tiene su reconocimiento mundial ya que se escuchan en cualquier parte sin importar la cultura o continente.  Analicemos por un momento la Novena Sinfonía de Beethoven, que en el cuarto movimiento tiene un coral magnifico y fue una total ruptura armónica y rítmica para aquel entonces. Hoy, esa sinfonía es sinónimo de humanidad, de hermandad, de amor y de paz. La cantan y tocan simultáneamente en China, América, la India, Japón y Europa, más sin embargo su idioma original es el Alemán. ¿Entenderán en esos países las letras de la sinfonía? Literalmente no, al menos que sepan alemán, pero subjetivamente si, dado que para el ser humano la música se expresa como un lenguaje universal (que todos conocemos).

Debemos sentirnos orgullosos de tener el privilegio de la música. 

El sufrimiento es expulsado de un ser cuando éste busca refugio en la música. En una ocasión Friedrich Nietzsche dijo: “Sin música la vida sería un error”. Efectivamente sigue teniendo razón ya que como seres conscientes nos corresponde gozar la vida, bailar, cantar, gozar, andar, brincar, llorar, reír… (Mientras podamos y las circunstancias lo permitan).


Feliz, Jimmy, Luminarias, ensayos diversos, 2014



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