Los escritores profesionales son aquellos que asumen un
compromiso ético-moral para escribir, por lo que no ven el ejercicio
intelectual como una simple aventura o pasatiempo. Los escritores profesionales
en la mayoría de los casos, quedan vulnerables ya que dicha profesión no le
garantiza dignamente la economía necesaria para su supervivencia y aun así
mantienen su vigor con la producción, generación o difusión de ideas con
propuestas razonables o viables (dependiendo del enfoque preferencial).
La globalización en cierto sentido le ha quitado la
formalidad a muchas partes académicas que eran monopolizadas por una parte
específica dentro de las sociedades, hoy cualquiera puede escribir y publicar
sin atender a ningún criterio estético, estructural, ideológico, etc... Lo que
presenta el famoso dilema: "muchos libros se publican anualmente y pocos
valen la pena leerse".
El escritor profesional no debe tener una titulación que lo
acredite como tal, ya que su principal carta de validación es la sinceridad con
la que reconoce sus propios defectos, talento, creatividad e innovación,
velando a toda hora por fortalecer sus fortalezas y disminuir
debilidades.
Los escritores profesionales a diferencia de los
"escritores aficionados" siempre están buscando mejorar sus escritos,
no porque sufran de egolatría o perfeccionismo, sino más bien porque comprenden
que la vida constantemente se renueva y en ese proceso misterioso arrastra
consigo todas las manifestaciones del pensamiento.
Jimmy Feliz,
D/R
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